El contraste de tus dedos
contra mi piel templada
estremece cada pedazo de mi alma.
Y tus témpanos de hielo
muerden mi cuello con dientes
en la fina y elegante soledad
de tus brazos tranlúcidos.
En el vacío de la oscuridad
cubre de besos mi espalda
dejando caer la humedad
de tu lengua sobre mi columna.
A veces, incluso, me permites
entrever tus ojos, mientras
aprisionas a mi cuerpo frente al suelo
con una de tus poderosas manos.
El sentir tu aliento susurrando
palabras sin voz en mi boca
y las cadenas de tu garganta
rozando mis párpados me seduce.
Tu cuerpo se convierte
en una tentación inalcanzable,
gracias a las férreas cadenas
que mi propia mente ha impuesto...
Simplemente muero bajo tus caricias
retorciéndome al mismo son
con mi mente dando apodo a tus rizos
y mis labios gritando tu nombre.