Un día vago y funesto, repleto de esfuerzos inútiles en un mar de incomprendidas olas púrpuras, despierto una vez más ante tu recuerdo aún clavado en mi corazón. Busco tus ojos en mi mente que partida por mil rayos de dolor te busca.
Otra hora más que he soñado que estás a mi lado, hablando conmigo y abrazándome, consolando a mi instinto como hacías antes de todo. El fuego, endulzado con hiel, marcará mi espalda de forma cruel y perfecta.
Así te acogeré en mi mente y alma, deseando rozar tu piel y escrutar tu cuerpo, que perfecto se alza ensombreciendo a la luna que envidiosa te guarda. Mas cuando el sol se alce las nubes no empañarán el camino, pues verán en tu destino la gracia y el valor que un día a mi vino de tus manos.
Ojala pudiera mostrarte lo que te añoro y las ganas de llorar que me dan cuando pienso en ti. Sigo queriendo llevar tus alas y no dejo de trabajar en ellas, que hoy de nuevo han tomado un nuevo cuerpo.
Ojala pudiera mostrarte lo que te añoro y las ganas de llorar que me dan cuando pienso en ti. Sigo queriendo llevar tus alas y no dejo de trabajar en ellas, que hoy de nuevo han tomado un nuevo cuerpo.
Quiero escribir tu nombre en cada resquicio de mi piel para no olvidarte y sentirte otra vez conmigo, en lo que es un acto desesperado. Como siempre te veo y no te alcanzo y, como no, mis ojo sangran ante la realidad que se les abalanza.
Te echo de menos Gandote...
21/03/2010