domingo, 30 de octubre de 2011

Dime que no y dame un sí con cuentagotas.


   Fue una tarde de otoño en la que me disponía a viajar en tren, regresando a mi hogar, después de haber visitado a un gran amigo, en la que una chica de mi misma edad se me acercó. Antes de que ella me hubiese mirado si quiera, yo estaba sentado en aquel asiento duro e incómodo, martirizándome, como de costumbre.
   Tenia el portátil sobre mis rodillas, mientras veía en él una serie de anime, que tenia pendiente desde hace varias semanas. Con los cascos puestos, mantenía la mirada fija intentando olvidar el auto-insultarme, pero me era imposible. Estaba seguro de haber cometido la mayor estupidez de mi vida. Recuerdo haber apartado la vista de la pantalla cuando apareció una de esas escenas ñoñas que tanto me asquean, pues en anime parecen tan sencillas y predecibles…
   El caso es que aproveché para estirar la espalda, ya que llevaba casi tres cuartos de hora encogido con la vista fija en la pantalla. Dieron la señal que avisaba de que el tren saldría en veinte minutos y guié, concienzudamente, mi flequillo sobre mi ojo derecho, un gesto demasiado típico en mí. Me ajusté también los guantes largos hasta el codo y con la parte de los dedos cortadas que simulaban los huesos de un esqueleto.
   Vi a una muchacha algo obesa pasar apresuradamente  por el pasillo del tren con la cabeza gacha y unos andares muy extraños. La seguí con la mirada, sin saber por qué, y cuando me disponía a volver a mi mundo de anime, una voz me sorprendió diciéndome:
   -¡Hola! – al girarme me la encontré tan cerca de mi rostro, que si hubiera girado del todo el cuello la habría besado. Me aparté con rapidez avergonzado. El tono de su voz era muy alegre, lo cual a mi me resultaba irritante, y sus grandes ojos castaños escrutaban cada uno de mis gestos - . Me llaman Salma, ¿Y tú, como te llamas?
   - ¿El que usan para insultarme o el que utilizan mis conocidos?
   - No sé, el que más te guste
   - Algunos me conocen cómo Caos… ¿Qué es lo que quieres, Salma?
   - Hablar contigo. Pareces una persona interesante.
   Y así hizo. Comenzó a escupir preguntas y yo a dar vagas y cortas respuestas, deseando que se callara. Apagué el portátil para ahorrar batería. Pero poco después de un cuarto de hora, llegó a una pregunta demasiado dolorosa para mí.
   -¿Y tienes pareja? –se me partió el alma por dentro y las lágrimas acudieron a mis ojos, aunque ella no pareció darse cuenta-. Si no respondes es que no, entonces ¿Estás enamorado de alguien o hay alguna persona que te guste mucho?
   -Sí…
   -¿Y por qué no se lo dices? ¿O ya lo sabe?
   - No, no lo sabe.
   - Díselo, sino nunca sabrás si es correspondido – negué con la cabeza - ¿Por qué no?
   - Porque me dirá que no y eso me destrozaría.
   - Pues si te dice que no respóndele; Dime que no y dame un sí con cuentagotas. Además si esa persona es de verdad tu amiga no te abandonará, ni te hará llorar. Si no lo hace, sabrás que no merecía la pena…
   Esa es la razón que me hizo meter el portátil de la maleta y salir a toda prisa del tren con el pesado equipaje, con el teléfono pegado al oído escuchando el incordiante pitido. Pero apenas me hizo falta echar un sutil vistazo para encontrar a quien buscaba a lo lejos…
   Mi corazón se aceleró una vez más, hasta el punto de querer salir de mi pecho. Temblaba al verlo allí a lo lejos mirando a su alrededor. Me acerqué lentamente. Las personas empezaron a desaparecer y el camino a despejarse. Último pitido, el tren se iba. Continué avanzando mientras aquella otra persona se daba la vuelta con una mueca y comenzaba a marcharse. Dejé caer la maleta y comencé a correr gritando su nombre.
   Percibí como sus labios articulaban la palabra “Caos” y como corría hasta mi. Me lancé sobré él y lo abracé tan fuerte como pude, algo que había deseado desde que lo conocí en persona hacía unos días atrás. Era más alto que él, pero nada importaba, sólo quería hacer una cosa, apenas susurrar dos palabras, por lo que me acerqué a su oído y  dije:
   - Te quiero… Mortix…
   ¿Qué me respondió? Eso lo dejo para vuestra elección y, quizás, mi deleite. Sólo quiero decir que, cada mañana, al despertarme, lloro de felicidad y grito de alegría. Y que sabiendo que estoy despierto, todo me parece un llameante sueño.

1 comentario:

  1. de repente eres un tio? me e perdido por completo, esta entrada no tiene nada que ver con las otras XD

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