domingo, 16 de octubre de 2011

El camino a seguir


Confundida, esa persona, cierra puerta con cristales sucios y apagados. El gatito romano la llama a base de agudos maullidos mientras la ve alejarse con paso lento. Continua andando por aquella escalera hueca de rara piedra y al tocar de nuevo el suelo llano mira a la puerta abierta y al rayo de luz que emana de una de las farolas.
Desalentada y terriblemente agotada. Introduce un par  de pesados libros en una  mochila negra y saca, solamente, uno de los más livianos, sin despojarse de la memoria el tierno y terrorífico gesto del felino. Era un sueño muy duro de creer. Un gesto que para muchos es nada, pero para esa persona lo era casi todo. Ojeó el reloj, mientras bebía un vaso de leche ardiente de un trago largo y abrasador.
Agarra la mochila, colgándosela a la espalda y abandona su infierno y hogar con premura. Recorre un camino de tierra estéril, que antes fueron rudimentarias casas. Salta tres zanjas de al menos medio metro cada una, haciéndose daño en la rodilla al no poder doblar las rodillas por el contrapeso que hace en ella la mochila, desequilibrándola.
Es entonces cuando mira al cielo sorprendiéndose de sus colores azules y violetas, pero la imagen que embauca sus ojos es sin duda la de la hermosa luna que camina para esconderse en el suroeste. Un círculo perfecto con profundos relieves y sombras, que parecen dibujar una fugaz sonrisa en un rostro apenado. Era algo que esa persona no había visto en varios largos años, gracias a su desconocida miopía, por lo que sorprendida se detuvo varios minutos sin moverse, hasta que recuerda su camino.
Ese camino que la lleva a esa sutil prisión, conocida por otro nombre para otros. Continúa, entonces, su camino sin dejar apenas de atisbar la luna, mientras los edificios se lo permiten. Camina, por último, por un pasillo repleto de árboles y arbustos,  que desemboca a veinte metros de ese centro, esa prisión, ese tormento. Y con un suspiro, esa persona, acepta su inexorable castigo. Un simple edificio que se alza al final de un pobre pueblo.
Continuará

1 comentario:

  1. te diria que viendolo asi no lo haces mas agradable y estamos a octubre. pero quien soy yo ya pa decir na

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